La cremallera

Nunca pensé que poner una cremallera iba a ser tan gratificante. Y me dirás, ¿Qué dices Eli? Te cuento: 

Mi madre cose desde siempre, y muy bien por cierto. Toda mi vida la he visto cosiendo. Todas mis primas mayores tienes las cortinas hechas por su tía Amalia. La ropa de diario, la de salir, para los  eventos familiares,... siempre era mi madre quién me hacía el vestido. Y así hasta hace más o menos 10 años. Siempre cosía mi madre. Nunca sentí demasiado interés y alguna vez le dije: "Me tienes que enseñar". Cuando nació Gabriel, tuve la oportunidad perfecta: excedencia de un año. Tenía todo el tiempo del mundo para aprender pero como tu bien sabes, las cosas, a veces, no salen como las planeamos. 

Gabriel era un niño intenso, de los que no paraban de llorar, no dormía, estaba todo el día al pecho... vamos, agotador. Y la costura no entraba en el planning diario. Llegó la hora de incorporarse al trabajo a jornada completa y llegar a casa a las 19:30 todos los días, no era compatible con casi nada. Llegó Lola e ídem. Y así hasta hace dos años. Quería aprender pero tampoco quería ir a ningún sitio por falta de tiempo. Fuí a un taller que dio PeSeta pero nada más. Me emocioné y me compré una máquina de coser. ¿Y sabes lo que pasó? Que la máquina de coser ha estado cogiendo polvo en el armario. La he sacado un par de veces para coser un bajo, alguna cosilla menor... pero todo sin nociones previas.

Con esto del Covid-19 hice unas porta mascarillas de papel aquí y pensé: ¿Y si las hago de tela? Toda emocionada me fuí por la tarde a comprar telas, cremalleras e hilo. Al día siguiente, "me arme de valor" y me puse al lío. Ya te digo que no tengo nociones lo que significa que cada vez que pongo en marcha la máquina necesito, al menos, una hora para hacer canilla, poner la canilla, enhebrar... Cuando termino todo eso, ya no tengo ganas de coser pero esta vez era diferente

Corté las telas a la medida que quería, coloqué las cremalleras, las telas con los alfileres, puse videos en Youtube... y nada. A todo esto añádele que a veces soy un poco lerder y eso de los derechos, reveses,... como que no lo acabo de ver. Un caos. 

Como estaba de buen humor, le mandé fotos y audios a mi madre contándole mis aventuras con la cremallera. Incluso me mandó un mini tutorial que hizo en un momento para explicármelo pero nada. Hasta le dije que abriera un canal de costura ("Costura para lerders"), se partía de la risa. Pero yo no lo acababa de ver claro. Y la clave fue cuando dijo: "déjalo, ya te lo explicaré".

No. No lo voy a dejar. Voy a continuar. Toda mi vida he sido muy insegura y me he dejado llevar por las opiniones de los demás, no me he atrevido a tomar decisiones relevantes sin consultar a medio mundo o no he seguido adelante con planes por eses noes inocentes. Pero como he dicho, esta vez era diferente. 

Me centré, me reí un rato con mi madre y lo saqué, sin ayuda. Nada de Youtube, nada de madre. Sola.  Y no solo he hecho una bolsa, sino que he hecho dos: una vaquera con su forro liso para Gabriel y otra, de cuadros vichy con doble forro (más difícil aún) para Lola. No te voy a decir que fue fácil... para nada. Deshice las cremalleras hasta 5 veces; una de las bolsas, cuando ya la tenía terminada, no me abría la cremallera; en la otra no cosí una de las telas,... un montón de cosas. Pero no cese en el empeño. 

No son las mejores bolsas de tela, no soy costurera, pero el trabajo es muy pero que muy decente para ser la primera vez que coso en serio y pongo una cremallera. Y me siento muy orgullosa de mí misma y un poco menos "lerder".

Y ahora pensarás: "Pues vaya, tampoco es para tanto". Para mí si. Cuando tenga dudas, cuando piense que yo no puedo hacer eso (que me pasa mucho y a menudo) o tenga miedo a algo, pensaré en la cremallera. 

                    Ese será el símbolo para recordarme que puedo con todo.






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